La planta baja de la Mansión Victoriana la ocupan la cocina y su despensa, el hall y el comedor. En esta entrada mostraré la cocina y la despensa, y en próximas las otras dos habitaciones así como las estancias de las demás plantas.
Como en el resto de la casa, la idea inicial era reproducir los ambientes de la época victoriana. Sin embargo, me permití una serie de anacronismos en pos de una mayor riqueza en las miniaturas, aparte de algún capricho con determinadas piezas, que si bien no encajaban en esa época, no estaba dispuesta a renunciar a que tuvieran cabida en mi casita. Así aparecen en mi cocina tanto útiles de la época como envases de alimentos actuales.
Para el suelo y las paredes usé papel con motivos de azulejos. Como mobiliario una cocina de carbón (regalo de Papá Noel), un fregadero, varios estantes y una mesa de trabajo central que construí con una tabla de mesa, cuatro balaustres grandes y unos listones de madera de balsa.
Sobre ella, entre otras cosas, varias piezas de un artesano británico (los huevos rotos, el cuenco de natillas y el huevo emplatado para el desayuno) y una bandeja de fiambre también de una artesana británica. La Polly Pocket de mi hija aportó la botella de agua. El cuchillo lo encontré en el precioso pueblo de Taramundi durante un viaje a Asturias.
Sobre la cocina de hierro alemana unos calderos y un salero que se usa para colocar las paletas de madera, que una amiga me trajo de Praga.
Además de los alimentos que se disponen sobre el estante, como conservas y salsas, también se guardan en la despensa otros de mayor tamaño como cajas de leche, de frutas y hortalizas, sacos de papas "quineguas", como se llaman en mi tierra (patatas King Edward), latas, bebidas, algún trozo de queso y hasta una ristra de ajos.
La cocinera, que nos prepara el desayuno, la trajimos de Londres (The Singing Tree) en 1998.